¡La luz del señor Moreti!

La luz del Señor Moreti, crónica de Rafa Guillot

Hay veces en las que se hace obligado vestirse con las mejores galas posibles para recibir a un homenajeado ilustre. Hoy se da uno de esos casos. Nos encontramos con una de las personas con un amor por su pueblo que casi se convierte en fervor. Se puede servir a éste de muchas maneras y él utilizó el deporte, más en concreto el fútbol, para materializar dicho sentimiento. Nadie podrá afirmar que quiere más a su equipo de L’Eliana. Igual, es posible, pero más, difícilmente.

Casi como nombre en clave. ¿”Señor Moreti”? Pero no es así, como bien sabe toda la hornada que hoy en día ya ha cumplido los setenta años o, incluso, alguna más reciente. El apelativo le viene de una de sus múltiples facetas en el mundo del fútbol. En realidad es un “rizo del rizo”, porque el mote original es “Moret”, con el que se conoce por estos lares a don Vicent Desco Bochons. Hablar de los Desco en L’Eliana, tanto en el mundo del deporte, como en todo, es hacerlo con letras mayúsculas. En lo que cierne, exclusivamente, al mundo del balompié, cabe apuntar que Vicent es tío del mítico Savalín, el “9” más legendario de todos los tiempos, y de su hermano Rafa Desco, éste último muy conocido por el importante cargo que ocupa en el Colegio Helios.

Sin embargo, no todo el mundo es conocedor que el término “Moret” no le fue atribuido a él, directamente, en un principio. Corresponde dicho honor a su homónimo padre, a resultas del “morenito” de su piel tras realizar el Servicio Militar en tierras melillenses, allá por los años veinte. Su mujer, Carmen Bochonsla de Román”, era quien empezó a llamarle “morenet” y de ahí a “morito” -tras volver de Melialla- y, finalmente a “moret”, simplemente. Esa “m” se convirtió en “M” y ya se refería, inequívocamente, a una persona. La anécdota del traspaso generacional del término “Moret” a su vástago tuvo un valor emocional tremendo para éste, que siempre lo ha asumido como una muy honrosa herencia de su progenitor.

Vicent nació en un lejano 1932 y sigue siendo una de las últimas leyendas vivas, en este pueblo, que han conocido todas las generaciones deportivas posibles del equipo de fútbol de L’Eliana. Mencionaríamos, en idéntico caso y con estrecho margen de error, a José Llopis, el “Raboset”, y a él mismo. Pero en el caso de Vicent su participación con el equipo ha sido más prolija, atravesando todas las múltiples etapas a que obliga el paso de la vida misma. Fue jugador, en etapa tanto juvenil como adulta, directivo, delegado, aficionado empedernido… en fin, ¡todo o casi todo!

Recuerda con gran ternura cuando, siendo casi un juvenil, se cruzaba el pueblo con la bicicleta, a toda velocidad, para llegar a tiempo al entrenamiento, tras dura jornada de trabajo. Y al caer la noche, la ropa sudada a su madre, para que, tras ser amorosamente lavada por ésta, estuviese lista al día siguiente.

Su etapa deportiva, como futbolista activo, más gloriosa fue la de la década de los cincuenta, en la que estaba en la plenitud física del joven veinteañero, potenciada, además, por unas condiciones físicas portentosas. Aquel rubio platino fue dueño indiscutible de la elástica rojiblanca del equipo elianero, con el “7” grabado a fuego. Sus dominios se desenvolvieron en la banda derecha. Fue un extremo derecho portentoso, en el concepto más clásico del término. Fue la simbiosis de la velocidad. Muy probablemente, uno de los jugadores más rápidos de todos los tiempos, una “bala humana”. Fue puente de unión entre la vieja generación, la que fundó este equipo, con la que constituyó el Club de la Sociedad Deportiva L’Eliana, el de la mítica “roja”, la de los años setenta. Moret perteneció a la primera Junta de este Club, bajo el mando estelar de dos Presidentes míticos, como fueron tanto Manolo Tamarit Navarro como Pepe Marco Marco. En estos años, Vicent fue un Delegado ejemplar.

Y, precisamente, en esos años setenta arranca una de las facetas más famosas de este camaleón deportivo, ¡la arbitral! Cómo fue posible que sin estar colegiado oficialmente, a pesar de las sucesivas ofertas que se le realizaron desde la propia Federación, fuera conocido en toda la región como un excelente Colegiado. Viéndolo actuar, con un temperamento que conjugaba muy armoniosamente su carácter afable y educado con un “látigo” que tuvo que sacar en contadas ocasiones para apaciguar unos ánimos muy encendidos en aquellos años. Y de su faceta como árbitro arranca lo de “señor Moreti”. Empezó, casi, como broma y acabó siendo todo un canto de alabanza a un personaje memorable. Bien nos lo recuerda Juan Andrés, rebautizado para aquel equipo elianero como el “Pijo”.

Vicent tuvo la enorme fortuna de “vivir” el equipo muy intensamente. Grabadas en su memoria quedaron las múltiples expediciones que se montaban en el pueblo para los desplazamientos del equipo. ¡Qué convivencia más fraternal y extraordinaria! Y siempre con él su querida mujer e hijitas pequeñas. Fue tal el arraigo de este deportista en el Club de sus amores que, casi sin darse él mismo cuenta, se convirtió en la Leyenda eterna que significará el “Moret”. Su elástica con el “7” está retirada hace muchísimo tiempo, en su honor.

Con todo merecimiento tuvo Moret su “huequecito de honor” en la Gala del Fútbol Regional Valenciano organizada por la prestigiosísima Golsmedia, acaecida el 29 de marzo de 2012 y presentada por el mismísimo Pedro Morata, cuyo liderato periodístico es indiscutible, tanto en la propia Valencia como en el ámbito nacional. En volandas y entre aplausos fue alzado Vicent al escenario, donde bajo una estruendosa ovación, hizo alarde de su proverbial desparpajo para contar alguna graciosa anécdota deportiva al auditorio.

Pese a todo lo contado, el auténtico tesoro lo tuvo, y tiene hoy en día, en la propia casa y familia. Sus tres hijas, Carmen, Edelmira y Maite son tres “ángeles del cielo” que velan por él. Pero no queda ahí. Sus nietos son dignos sucesores de la ilustre estirpe. Tanto su nietecita Arantxa, como Mario y Kevin son fantásticos deportistas, habiendo heredado de su abuelo la pasión por el fútbol. Incluso cabe decir que sería una honra muy grande que Kevin volviese a enfundarse las manoplas y fuera, algún día, el portero del equipo de L’Eliana, porque sigue teniendo, a pesar de su juventud, unas condiciones excepcionales para ello.

Sus dos tierras, sus dos amores, sus dos pasiones, Gátova y L’Eliana, L’Eliana y Gátova. Nuestro Moret sigue amando con locura el pueblo gatovero, el de su amada mujer. Nada más puede, recluta buena compañía, pone el coche a punto y ¡en ruta! ¡Cómo le gusta almorzar en el bar y saludar a todo el mundo!

Todo ese abanico familiar constituyen el tesoro familiar del entrañable Vicent, aquél a quien llamaron, y así pasará a la Historia, como el “Moret”, el moret más grande de todos los tiempos. Aunque jamás podrá olvidarse que la luz, el halo cegador que iluminó siempre la vida de nuestro Vicent, fue el mismo espíritu que le acompañará en todos y cada uno de los días que esté en este mundo y que se llamó…….. ¡Edelmira! ¡Qué honor finalizar este reportaje, este homenaje tan sentido, con su nombre entre los labios!

La luz del señor Moreti

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