
José Bartolomé plantan en Llíria y San Antonio de Benagéber
Entramos en el taller de Bétera donde José Bartolomé, uno de los artistas más veteranos en activo que suma 34 años entre ninots, da los últimos retoques a los monumentos que plantará estas Fallas 2023 para hablar de oficio, vocación, arte y también de economía.
Empezó a entrar en los talleres de los artistas falleros cuando aún estudiaba en el instituto. La imposibilidad de su familia de pagarle los estudios de ingeniería naval en Cádiz le llevó a hacer de una afición su profesión y lleva desde la década de los 80 plantando fallas.
Este año de los seis monumentos que plantará, dos se podrán ver sin salir de la comarca de Camp de Túria. El de la comisión Plaça Pedralba de Llíria y el de San Vicente de San Antonio de Benagéber llevan su firma.
Junto a él trabaja Raúl Sebastián, uno de esos artistas falleros que después de 20 años plantando decidió echar el cierre a su taller empujado por la pandemia.
Después de estar en el paro y trabajar en una carpintería metálica, de jardinero, incluso viajar a Rumanía para hacer los decorados del festival de música electrónica Tomorrowland, recaló en el taller de ‘Bartolo’ para seguir haciendo fallas. Antes dieron ‘vida’ a la mascota del Mundial de Balonmano Femenino que se celebró en Llíria.
¿La inflación también afecta a los artistas falleros?
Afecta y mucho porque llega un momento que el presupuesto, que ya es ajustado, no da más de sí, porque los precios de los materiales como la madera, el corcho se disparan, hasta más del doble, y te quedas sin recursos para hacer lo que realmente te gustaría hacer. Es todo pura economía.
Ha conocido a lo largo de su trayectoria la evolución de los monumentos, ¿cómo van ser las fallas del futuro cercano?
Van a bajar de volumetría. Habrá monumentos, pero las fallas clásicas y tradicionales de los 70, 80 y 90 no se volverán a repetir, ni las del millón de euros.
No sobrevivirán al fuego, pero ¿sobrevivirán los monumentos a la propia fiesta?
Ay, me imagino que sí. Deberían. La Falla es música, traca y monumento. Lo otro son todos postizos y están cobrando demasiado protagonismo.

¿Hay relevo generacional?
El censo de artistas del gremio se ha reducido a la mitad. Ha entrado gente joven, hay una escuela profesional. Este es un oficio muy bonito que no está reconocido aquí, pero te vas fuera y sí que lo hacen.
Con tantos monumentos a sus espaldas ¿cuál es su aspiración profesional?
Me gustaría hacer una falla de vareta como hizo Manolo García pero hoy en día es imposible. He hecho algunas fallas en Especial en Alzira, Carcagente y he plantado en la plaza del Ayuntamiento cuando las fallas se hacían entre cuatro o cinco artistas y con eso ya me doy por satisfecho. Con eso, y con aguantar el tirón de pasar el año.
Como la mayoría de sus compañeros de profesión, ¿también ha tenido que reinventarse?
Ahora no se puede vivir de esto. Tenemos un proyecto para una cadena hotelera en Abu Dabi.