Running: pagar para correr, correr para aparentar

Andrea López Zanón

Si eres corredor, estás de suerte. Pero, ojo, eso sí: ahora más vale que te definas como runner, si no pensarán que perteneces a otra época, a la del medievo. Que, ¿por qué tienes suerte? Porque el running, es decir, las carreras de toda la vida, está de moda. Digamos que se ha convertido en una epidemia. Aunque, bueno, para guardar las formas mejor dejarlo en fiebre. La fiebre del running.

 

Cada vez son más los municipios que celebran largas carreras por montaña, carretera y cualquier vía que uno pueda imaginar. La versión oficial manifiesta la mejor de las intenciones: fomentar la práctica de deporte en los ciudadanos. Lo que no todos piensan es que el running, además de ser beneficioso para la salud, también ayuda a engrosar los bolsillos de los organizadores. El último pueblo en sumarse a esta moda febril ha sido Villamarxant, que celebró el pasado 3 de abril la XII edición del Trail 3 Pics de Les Rodanes. En dicho evento tuvieron lugar dos carreras: la Prueba Reina, de 28 km, y la RAPITTRAIL, de 14. El aforo máximo entre las dos competiciones era de 750 personas. Y el precio de la inscripción anticipada podía ascender a 16 euros por participante. En total l’Ajuntament de Vilamarxant y el Club d’Atletisme, los organizadores, podrían haber recaudado 12.000 euros. En total dos millones de pesetas en solo una mañana. ¡Menudo negocio! ¡Y solo porque está de moda!

Las razones por las cuales el running ha pasado a ser una fiebre son bastante lógicas. Es un deporte que puedes hacer solo, sin necesidad de apuntarte a ningún gimnasio; permite que puedas compaginarlo con tu vida personal y profesional; no requiere de gran equipamiento; y lo más importante: ayuda a sanar conciencias y consigue que no te sientas tan culpable por comer más de la cuenta, incluso después de haber visto en el último anuncio de cuchillas para hombres y de cereales para mujeres a los modelos perfectos de turno.

Pero lo que de verdad demuestra que el running está ganando adeptos a pasos agigantados son los beneficios que aporta al mercado. En 2014, el último año del que se registran datos, se vendieron cerca de dos millones y medio de zapatillas, cuyo precio medio oscila entre los setenta y los ochenta euros. Además, y por si fuera poco, más del 20% de los modelos vendidos tenían un coste de 120 euros. Si atendemos a la industria textil del running, que incluye calzado y equipación deportiva, en términos globales España factura un total de 300 millones de euros al año. Con tanto dinero en juego, las empresas deportivas no se lo piensan a la hora de hacer campaña pro-running. Llegados a este punto, no sabes si los corredores corren por motivación o por influencia mediática.

Si bien es cierto que el mercado del deporte inyecta salud a la economía española, no es oro todo lo que reluce. De lo que no hablan las empresas involucradas en este negocio, ni las organizaciones que se encargan de poner en marcha eventos deportivos, ni siquiera las autoridades sanitarias es de que el auge del deporte entraña una obsesión por el físico que lejos de velar por la salud del cuerpo la destruye. De unos años a esta parte se ha diagnosticado una nueva patología psicológica conocida como vigorexia, un trastorno que afecta a jóvenes de entre 20 y 30 años y que, por desgracia, es cada vez más común. Estas personas se obsesionan con su musculatura, dejan de lado su vida entera por dedicarse única y exclusivamente al deporte, y tienen una visión distorsionada de su cuerpo. La vigorexia, o anorexia invertida, viene acompañada de depresión, de insomnio, de problemas cardiovasculares y en la mayoría de los casos de la ingesta de sustancias dopantes y anabolizantes. Es un trastorno que está encontrando en esta coyuntura actual, una coyuntura marcada por la obsesión con el culto al cuerpo y con la perfección física, sus años de esplendor. ¿Cómo no iba a hacerlo? Continuamente nos están bombardeando con un mensaje tan claro que a veces pasa desapercibido: si no tienes un cuerpo perfecto, no conseguirás éxito en la vida.

El verdadero problema radica en que el deporte, tan vinculado a nuestra salud, está empezando a ser víctima de la moda. ¿Cuántos de los runners correrán porque de verdad encuentren en ello una motivación para sus vidas? Menos de los que pensamos. ¿Cuántos runners correrán por lucir un cuerpo mejor en verano, el cuerpo que establece el canon de belleza? ¿Cuántos correrán solo porque es tendencia? Muchos más de los que creemos. Lo inquietante es que dentro de diez años será otro deporte el que esté de moda. Qué se yo. Correr con las manos atadas y los pies envueltos en sacos de patatas. Hacer natación a contracorriente con el traje de la comunión puesto. O snorquel por el desierto. ¿Y sabéis qué? Que se convertirá en tendencia, aparecerá en los anuncios televisivos y terminaremos convencidos de que es el deporte de nuestras vidas.

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