Respecto a la crisis económica

Desde hace meses estamos inmersos en una grave crisis económica. Me recuerda a la que hubo tras las Olimpiadas de 1992 y la Expo de Sevilla. Los expertos dicen, sin embargo, que la actual es más grave y que será más difícil superarla. Para quienes tienen dinero no habrá problemas: a partir de ahora, en lugar de ganar miles de millones al año ganarán la mitad pero, en cambio, no tendrán ningún tipo de pesadilla y no deberán controlar la libreta de ahorro para poder llegar a final de mes. El resto de los individuos deberemos recortar los gastos innecesarios, hacer más horas extra si hace falta y asumir sin protestas nuestra situación.

Sobre esta crisis hemos escuchado y leído muchas cosas. Que si es culpa de Zapatero porque no ha tomado medidas, que si es una crisis mundial, que si con el PP las consecuencias no habrían sido catastróficas, que si el PSOE no ha tomado medidas estructurales por evitarla, que si la construcción es la gran culpable…

Muchas cosas y de lo más variadas. Depende de quién las diga para poder medirlas en su justa medida. A mí me hacen pensar en algunas cosas. De entrada, esta es una crisis mundial que en el Estado español se ha hecho sentir más por la dependencia inmobiliaria y del sector de la construcción. Durante años, en este sector se han vivido situaciones que nadie veía o que nadie quería ver. Empresas que se hacían millonarias de la noche a la mañana con algún PAI, familias propietarias de tierras de toda la vida que vendían sus posesiones por miles de euros y se hacían de oro, ayuntamientos que obtenían grandes ingresos por la vía de la política urbanística, autónomos –electricistas, carpinteros, escayolistas, obreros- que ingresaban 1.500 o 2.000 euros mensuales sin ningún problema… Muchos beneficiarios, pero también mucha gente que continuaba con su ritmo de vida de siempre, sin estar atados a la burbuja inmobiliaria.

Ahora las cosas han cambiado. Aquellos que antes ingresaban muy fácilmente los euros tienen dificultades para encontrar trabajo y se deben apretar el cinturón para llegar a fin de mes. Son las consecuencias de los abusos que todo el mundo ha tratado de cometer. Por suerte, siempre hay excepciones. Y lo primero que hacen es echar la culpa al gobierno y decir que no ha hecho nada por evitarlo. Debemos reconocer que el gobierno ha tardado a reaccionar, que ha reconocido muy tarde la situación de crisis, que no ha tomado las medidas hasta que la opinión pública –una cosa siempre tan difícil de medir o contabilizar- ha protestado con fuerza, que los indicadores no son nada optimistas, que las opiniones de los expertos son cada vuelta más catastróficas y que en el resto de países tampoco pintan mejor las cosas.

Lo que yo creo es que el gobierno tendría que haber avisado hace años de las consecuencias negativas ligadas a la dependencia excesiva respecto a la construcción, que ya arrastrábamos desde finales de los años 90 y primeros años del 2000… pero también estarán de acuerdo conmigo en que, si lo hubiera hecho, la gente –empresarios, obreros, profesionales, inmobiliarias, ayuntamientos…- habría provocado un gran revuelo.

Cuando las cosas iban bien nadie protestaba, pero ahora que las cosas van mal todo el mundo se acuerda de los miles de euros que entraban a casa cuando existía el ‘boom’ de la construcción y ahora hay quejas porque no hay trabajo. Se ha abusado mucho, desde todos los sectores económicos y desde todas las profesiones atadas a los sectores implicados, mientras que el gobierno no ha tomado las medidas de contención y cambio que hacían falta. Quizás por miedo a recibir críticas de aquellos que ganaban a puñados los billetes o quizás por cuestiones sociales o electorales. Lo cierto es que, hoy en día, todos nos debemos concienciar de que el camino se prolongará “uno ratito más” y aún quedan algunos peldaños que subir con esfuerzo y sacrificio. Paciencia de políticos.


Miquel Ruiz Camp de Túria Miquel Ruiz, periodista de la Pobla de Vallbona
premsapvallbona@hotmail.com

 

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