El Castell acoge las últimas obras de María Aranguren

María Aranguren, en Riba-roja de Túria.

El centenar de obras se podrá ver en Riba-roja hasta octubre

El Espai d’Art Contemporani El Castell (E CA) de Riba-roja de Túria inauguró ayer la exposición ‘Sonoridad interna. Mundos paralelos en las pinturas de María Aranguren‘, con la presencia de la artista madrileña.

La muestra incluye un centenar de obras que comprenden su producción durante la última década y que se podrán contemplar hasta el próximo mes de octubre.

La exposición instalada en el E CA pone punto final a un periodo creativo en el que María Aranguren (Madrid, 1961) ha experimentado sobre el soporte: el policarbonato celular, común en la construcción arquitectónica, supone la unión de contenedor y contenido. Tal y como señala la comisaria de la muestra, Aurora Herrera, la base tiene un carácter dual: como recipiente y como trama. De esta manera, apunta Herrera, se introduce un factor muy interesante desde el punto de vista conceptual ya que “las líneas correspondientes a la trama lineal y paralela tejen una estructura base que permite dar rienda suelta a nuestra ilusión bajo el poder de la lógica seriada”.

En cuanto a la expresividad de las pinturas y a su contenido metafórico, se debe resaltar que la retícula implícita en la base sirve como apoyo compositivo. Asimismo, permite introducir la ilusión y la imaginación en la mirada del visitante. De esta manera, las obras de María Aranguren adquieren una gran riqueza formal. Según Herrera, la presencia de la luz, el color, la geometrización, el espacio y el azar son factores sustanciales de las piezas expuestas.

Para crear estas obras de diferentes tamaños llenas de armonías, Aranguren pinta o rellena entre las líneas que traza la base. Para ello usa pigmentos y materiales y su método se asemeja al de un collage tridimensional. Además, trabaja con los reflejos y las refracciones del propio soporte. Por otro lado, “la transparencia del material nos dirige a los vitrales policromados que permiten materializar la luz, sus cambios y el tiempo”, recalca Herrera.

En definitiva, la exposición transmite “un sonido interno que brota entre las acanaladuras”, en palabras de la comisaria. Se trata de “una sonoridad interna que hace que las pinturas sean audibles en su más profunda esencia, gracias al orden que imponen el color, la luz y las vibraciones que introduce el carácter matérico de la obra”.

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